TEXTOS

TEXTOS:

1. "Tranquila Inquietud" por Charo Noriega
2. "Tranquila Inquietud" por David Pintor
3. "Tranquila Inquietud. Primera Exposición de Elizabeth López Avilés" por Iván Fernández-Dávila



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1. "Tranquila Inquietud" por Charo Noriega

Viendo el trabajo de Elizabeth López con su extraordinaria capacidad para transmitir emociones a través de un dibujo depurado y fuertes y bien concebidas composiciones, no puedo dejar de preguntarme cómo alguien tan joven puede llegar tan lejos en sus indagaciones sobre la satisfacción de sus propias necesidades y la manera en que somos etiquetados y/o marcados por la mirada de los demás.
En este juego de verdades y mentiras ELA nos propone un encuentro con nosotros mismos : ¿Es la muchacha meciéndose en un caballito de niña una mujer que se niega a asumirse como tal?...o será talvez una niña grande dejándose llevar por un dulce erotismo. La quietud de la novia es la alegría de un futuro feliz… ¿o la felicidad de cumplir con un paradigma socialmente impuesto? También, son muy sugerentes la mirada y los labios… ¿qué se esconde tras ellos?, ¿cómo una palabra o una mirada puede permanecer en nosotros durante años si nos han perforado el alma?... ¿por qué nuestro ego lo permite?... ¿o es ese mismo ego el que lo provoca? Y la sensualidad de unos pies que nos llevan a la ilusión del amor… pero que encierran el misterio del alma femenina.
Gracias ELA por enfrentarnos a tus temores, a lo que llamas egocentrismo, a tu tranquila inquietud que te lleva al cuestionamiento sin que dejes de apreciar lo efímero de la felicidad y sobre todo gracias por compartir tu obra con los demás.



CHARO NORIEGA
Artista Plástica
Lima, 10 de febrero 2009




2. "Tranquila Inquietud" por David Pintor

TRANQUILA INQUIETUD

Una de las mayores virtudes de las que más debería presumir un artista es la sinceridad. Al margen del dominio de las técnicas pictóricas, o de una mayor o menor destreza en el dibujo, la sinceridad permite al pintor mostrarnos de una manera personal su mundo, sus pensamientos, sus deseos. Y es esa sinceridad la que nos atrapa y la que nos fascina. No hay nada más cautivador que la desnudez, por lo que de verdad y sinceridad nos transmite.
En una época como la actual, se echan de menos actitudes que nos transmitan cosas sin artificios, de una manera directa y al mismo tiempo muy personal. Elizabeth es una pintora sincera. Porque se desnuda ante el espectador y nos muestra sus deseos, sus miedos, sus pensamientos, y el espectador sabe que lo que se le muestra es verdad. No sólo eso, sino que Elizabeth también trata de buscar esa “verdad” en lo que ve, trata de ir un poco más allá de los rostros que ve, y buscar en lo más profundo, para hacernos ver lo que hay detrás de una sonrisa, de un beso, de un cuerpo de mujer. Miro sus cuadros y veo sentimiento, sutilezas y verdad. En un tiempo tan confuso y tan virtual como en el que estamos, donde da la impresión de que vivimos una época en la que todo es mentira, tanto a nivel social, como a nivel político, como por supuesto también a nivel artístico, se agradecen nobles y sinceras propuestas como las de Elizabeth. Te deseo, Elizabeth, un apasionante viaje por el exigente mundo de la pintura, que acabas de comenzar.


DAVID PINTOR
Artista Plástico
España, febrero 2009






3. "Tranquila Inquietud. Primera Exposición de Elizabeth López Avilés" por Iván Fernández-Dávila

“Ruega que tu camino sea largo”
CAVAFYS


En tiempos de Photoshop, proyecciones, arte digital, proliferación de bienales y otras tantas fruslerías, no se puede ocultar el agrado de conocer la incipiente obra de una artista que apela a la imagen figurativa valiéndose de los cada vez más ninguneados pincel y lápiz.
Elizabeth López, es una joven artista que recibió una formación estricta en dibujo durante varios años en talleres particulares. Posteriormente, estudió restauración de elementos arquitectónicos; desempeñándose en ese campo regularmente desde hace algunos años. Menciono estos aspectos de su formación porque allí se originan la paciencia y la suavidad de su trato para con los materiales que plasma sobre los soportes que nos presenta hoy, Allí tiene su explicación la soberanía del dibujo sobre la pintura, soberanía que hace pensar más en la línea que en el pigmento al contemplar esta su primera exposición adecuadamente titulada: “Tranquila Inquietud”.
Cargadas aún con la inocencia saludable –que nada menos que Klee reclamaba- de las primeras obras, pero marcadas indefectiblemente por las también primeras vicisitudes que en la vida indican el inicio de la madurez emocional, las imágenes que López comparte en esta exposición, nos llevan ineludiblemente a una segunda mirada. Es en este acercamiento posterior y necesario a aquél primer vistazo superficial en que el conflicto entre el ser instintivo y el ser intelectual se evidencia; pues, detrás de los colores iluminados de estas imágenes, que en algunos casos rozan lo ingenuo, hallamos el origen de la ansiedad de su autora. A diferencia de la angustia, que no conoce el motivo de su existencia; la ansiedad, se origina de un punto consciente, de una dificultad que puede ser nombrada. Son los títulos de estas obras los rastros que la artista nos deja para empezar el camino hacia un acercamiento a su mundo interior. Más que títulos son, en realidad, sentencias, tales como: “Cotidiana ilusión”, “Falsa felicidad”, que rasgan de un tirón los colores y la línea amables que se conjugan en las composiciones de Elizabeth López. Pero es la pieza “Cansada de crecer” la que otorga no la clave sino el leit motiv de la expresión de esta artista. Es el no adaptarse al mundo, el no querer cederle al resto la imagen del mundo que albergamos dentro. Mostrarla pero no perderla. Aferrarse a rituales anacrónicos para el tamaño de nuestros cuerpos y de nuestros pensamientos. Es dar el perfil, no el rostro frontal a lo inevitable; es, finalmente, el miedo. Pero el Arte sublima aquello que sin él sería impensable. El dolor, el temor, la soledad, tocadas por el Arte pueden alcanzar una poética que algunos percibirán como cierta. Y en todo aquello que el ser humano reconoce como parte de su condición intrínseca, reconoce también la idea de lo bello. Ha eso se debe que las grandes tragedias griegas –a pesar de ser, precisamente, tragedias- despierten hasta el día de hoy una belleza incomparable, un placer estético supremo. Porque son pero no son verdad. Son ficciones, artificios, montajes, que a veces llegan a verse más verdaderos que la vida misma como deseaba Van Gogh para sus óleos y evidentemente no hablaba de la apariencia (recordemos las sinuosidades y deformaciones de las obras del holandés) sino de la esencia de todas las cosas. Esa esencia que aunque disfrazada de apariencia nunca podrá ser una “Cotidiana Ilusión”. Porque el miedo es real, pero la necesidad también lo es. Y hablo aquí de la necesidad real del artista que resuelve su vida toda a través del artificio que es, paradójicamente, lo único verdadero que tiene: su Arte.
Por todo esto, sería absolutamente equívoco creer que, desconociendo los títulos/sentencias, de estas imágenes, perderíamos el sentido de su expresión. ¿Acaso no resulta conflictivo, anormal, la presencia de una mujer en ropa interior sobre un caballo de juguete? ¿No es innegablemente obsesivo, casi en un aspecto entomológico, el primerísimo plano de los labios (cavidad) y uno de los ojos (concavidad) en las imágenes de Rencor 1 y Rencor 2? ¿Esos supuestos espejos no serán realmente microscopios que requerimos con urgencia sólo para comprobar nuestra insignificancia? Son muchas las preguntas que despiertan estás imágenes, vasta sólo unas miradas para sentir la incomodidad de estos personajes con las pupilas y los rasgos casi en un estado producido por una alta dosis de endorfina, casi enloquecidos o a punto de enloquecer. Lo valioso es que no parece, lo valioso es que la artista no ha exagerado los ojos, no se ha valido de pinceladas gruesas, ni de estridencias, se ha acercado a esta insania de la manera más sutil y, como se dirá después, más involuntaria que pueda haber. Volvamos sobretodo a aquella del título e imagen más definitivos: “Falsa Felicidad” ¿Quién o mejor dicho qué es este personaje delante de un fondo alucinado de flores tortuosas que quieren lucir inofensivas? Después de un rato frente a esta tela, no se hace difícil adivinar que el personaje de la misma se halla en el límite de la cordura y la total incapacidad mental. No considero que usar la palabra autorretrato aquí sea lo que cabe; en todo caso, estamos ante autorretratos mentales. Estas imágenes en su conjunto dan como resultado un ensayo acerca de la apariencia, de lo que quiere ser y no es, de lo que es y no parece. Su apariencia pesará mucho y a pesar de ello se resolverá fácil para la mirada e intelecto superficial, pero un espíritu cultivado difícilmente escape de la desazón, del desequilibrio de estas imágenes. Es así que se puede hablar de Tensión en estas obras, rasgo poco frecuente para una primera producción.
Sin embargo, pretencioso sería aún para un pintor ya viejo y consagrado aducir que el resultado que vemos sobre las telas ha sido consciente y controlado; así que, con mayor razón debida a la juventud de López, sin duda no es ese su caso. No se trata aquí, ni en ningún Arte, de lo que quiso o no quiso lograr un determinado artista. En el Arte, como en la vida, no se logra lo que uno quiere, sino lo que uno puede. Y acaso es mejor que sea así. Pues, en la persecución de nuestra Ítaca particular radica el valor de nuestros días y de nuestros actos. Empero, en el mundo de hoy, incluso los artistas han cedido a la competitividad, han perdido la preciada soledad que valoraran los maestros y se han dejado ganar por vanidades y apresuramientos; y, en lugar de abrazar el Arte han abrazado todo aquello que rodea al Arte, con suma y nefasta necedad. Que no sea el caso de esta artista, que deje que el fruto del Arte caiga cuando deba caer, a su tiempo. Ojala reconozca y elija el poco transitado camino del ser auténtico. Si exigimos, quizás no ha comenzado todavía, pero la hallamos allí, apunto de partir. Y hay muchos sosos que se llaman, y los llaman, artistas y ni siquiera han vislumbrando el inicio. Por ello, para Elizabeth, suscribo las palabras del viejo poeta de Alejandría: “Ruega que tu camino sea largo”.


IVÁN FERNÁNDEZ-DÁVILA
Pintor
Lima, febrero 2009